La constancia en la paternidad

¿Qué es la constancia cuando se es padre o madre?

La constancia es uno de las características que necesitamos para lograr los objetivos que nos hemos fijado, junto con el esfuerzo y sacrificio. La constancia es la forma de no interrumpir ese camino hacia el objetivo ni darse por vencido ante las dificultades que vayan surgiendo. Éstas dificultades pueden ser internas, como por ejemplo por motivos personales, o externas o ajenos a nosotros. De este modo, construiremos una personalidad segura, aprendiendo desde pequeños a base de firmeza y constancia. Es muy importante enseñar a los niños la realidad de que perseguir un objetivo no es fácil, y de este modo poder combatir los cansancios y las frustraciones.

Para poner en práctica y desarrollar esta virtud, hay que saber lo que se desea, pues la falta de claridad o exactitud de objetivos no ayuda a dirigir el camino por el que seguir. Los padres actúan de elementos motivadores apoyando día a día las metas de los niños de las siguientes tres formas:

  1. La actitud: es la predisposición interior para no darse por vencido y continuar adelante sin desmotivarse ni desanimarse. Se pone de manifiesto al esperar las cosas sin frustrarse ni abandonar a la primera de cambio.
  2. El hábito: los hábitos se consiguen mediante la repetición de una conducta, y para ello la constancia es como la gasolina de los hábitos. La repetición de tu objetivo perseguido implica un esfuerzo y sacrificio para conseguir el éxito. La insistencia, la tenacidad, el empeño, todo es necesario para lograr el aprendizaje deseado y mejorar la conducta. El hábito es un proceso educativo que ayuda a construir la personalidad. Es importante estar atentos al proceso de desarrollo de los niños para atender qué hábitos son necesarios que desarrollo y cuáles no.
  3. Tener una predisposición al esfuerzo: mediante ejercicios de esfuerzo y superar los pequeños fracasos que se puedan dar en el proceso, podremos aumentar nuestra capacidad para saber superar los fracasos, y para volver a empezar desde el principio. Es importante saber perder y empezar de nuevo para forjar la personalidad del niño. Esta forma de tomarse las cosas, saca lo mejor de nosotros y nos hace desarrollarnos como personas y crecer.

La persona constante se hace segura y estable, y siempre busca lo más conveniente a largo plazo, aunque de entrada le cueste mucho. Como padres hemos de recodar que la constancia es una virtud que se adquiere con la práctica diaria hasta tener un hábito forjado. Los esfuerzos deben estar claros, delimitados, ser concretos y precisos. Se debe desarrollar desde la infancia y los padres, con sus propia constancia, enseñan, dirigen y facilitan a sus hijos los procesos de crecimiento personal. Además podemos leer, cómo debemos actuar cuando mi hijo se comporta de forma inadecuada. 

Tolerancia a la frustación

¿Qué es la frustración?

frustraciónLa frustración es un estado emocional que experimentamos como consecuencia de una dificultad o un imprevisto que nos impide obtener un deseo, una satisfacción, una necesidad, un logro o simplemente de algo que esperamos. Estas dificultades pueden ser físicas, personales o sociales. Por tanto, tolerar la frustración significa la capacidad de la persona para soportar ese malestar producido por la frustración.

A veces, por motivos personales o por cualquier cosa, no podemos realizar aquello que queremos o que nos habíamos planteado. Nos encontramos ante una situación problemática, dolorosa y que causa sufrimiento. La vida se pone difícil y da la impresión de que no podemos más. Precisamente por esto debemos ser tolerantes a la frustración, aceptarla y asumirla, es decir, aceptar la situación que no podemos cambiar o que no podemos hacer nada por evitar y reaccionando de la mejor forma posible. Solamente creceremos personalmente y maduraremos cuando seamos capaces de resolver las dificultades de la vida de forma productiva y correcta.

¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos a tolerar la frustración?

¿Y si nos hace una pataleta? Podemos leer pataletas y castigos. Los niños se frustran rápidamente si no consiguen satisfacer sus deseos, por muy pequeños que éstos sean. Los padres han de ayudar a sus hijos a entender que no siempre se consigue todo lo que se quiere en la vida, y por tanto, hay que asumirlo de forma razonable. Tener una gran capacidad de reaccionar de forma adecuada cuando algo se tuerce es opuesto a reaccionar con pataletas o de manipular o de usar la cabezonería para conseguir lo que se quiere. Sin embargo, tolerar la frustración no es sinónimo de falta de ambición o apatía.

A continuación expondremos unos consejos útiles que te ayudarán a enseñar a tu hijo a tolerar la frustración:

  • Da ejemplo: Si te ha pasado algo que no esperabas o te encuentras ante una situación difícil, puedes explicárselo a tu hijo para que aprenda de ti y de cómo resuelves tus problemas.
  • Educa a tu hijo para el esfuerzo: lo más importante es el esfuerzo que tiene la situación y no si conseguimos o no el resultado. Por ejemplo, no importa si saca un 10, lo importante es cuánto se ha esforzado para ello.
  • No dárselo todo hecho: el niño aprende si tiene retos que alcanzar por sí mismo. Puede equivocase, pero es una buena lección también que aprenda de sus errores y que no pasa nada por cometerlos.
  • Cuando tiene una rabieta, no ceder: las rabietas vienen a consecuencia de una situación que al niño le resulta frustrante, pero si cedemos aprenderá que lo puede conseguir todo de esta manera.
  • Que tenga objetivos: objetivos que sean realistas y razonables teniendo en cuenta su capacidad, su esfuerzo y su madurez. No ponerle un objetivo que sea incapaz de superar y que se frustre innecesariamente por ello.
  • La frustración como reto de aprendizaje: cada situación difícil es una nueva oportunidad de aprendizaje de cosas nuevas y es un nuevo reto de madurez.
  • Enseñarle la constancia: La constancia es una virtud esencial para la vida. Hay que enseñar a los niños que no todo se consigue a la primera, sino que hay que perseverar mucho si queremos conseguir buenos resultados. Por ejemplo, hay que estudiar mucho para sacar el diez, o hay que entrenar mucho para ganar la medalla, pero si no se gana o se saca la mejor nota, no pasa nada, a la próxima.

¿Cómo afectan las emociones en la conducta?

En este post vamos a dar respuesta a la pregunta siguiente: ¿cómo afectan las emociones tanto biológicamente como psicológicamente en la conducta?

¿Qué son las emociones?

Las emociones son reacciones psicofisiológicas que las personas tenemos ante situaciones relevantes como por ejemplo: peligro, amenaza, daño, pérdida, éxito, novedad, asco, etc. Las emociones son de carácter universal, ya que se tienen las mismas emociones independientemente de la cultura de origen.

Podemos distinguir al menos dos grupos de emociones: las positivas y las negativas. Entre las negativas se encuentran: la ansiedad, el miedo, la ira, la tristeza y el asco, ya que producen reacciones básicas que se caracterizan por una experiencia afectiva desagradable y con una alta activación fisiológica. Entre las emociones positivas se encuentran:  la alegría, la sorpresa, la satisfacción. Sin embargo, hay una cierta controversia en relación con qué entendemos por emociones positivas y negativas y su verdadera naturaleza.

Por tanto, podemos entender la emoción como una experiencia multidimensional con al menos tres sistemas de respuesta: cognitivo/subjetivo, conductual/expresivo y fisiológico/adaptativo. La predominancia en cada una de las dimensiones varía en función de la emoción, la persona o la situación determinada.

¿Para qué sirven las emociones?

Todas estas emociones básicas tienen una función preparatoria para que le individuo pueda dar una respuesta correcta al ambiente, por lo que se consideran respuestas adaptativas, es decir pueden actuar como motivadores de conducta. Sin embargo, cuando existen un desajuste o hay una emoción negativa (como la tristeza) que se mantienen en el tiempo, puede dar lugar a un trastorno en su salud, tanto mental como física.

Otra forma de clasificar las emociones es atendiendo a su función:

  • Función adaptativa: preparar al organismo para ejecutar eficazmente la conducta exigida, movilizando la energía para ello y dirigiendo la conducta hacia un objetivo determinado.
  • Función social: cumplen una función muy importante en la comunicación social ya que facilitan la interacción de los individuos y promueven la conducta prosocial.
  • Función motivacional: La relación entre emoción y motivación es estrecha, ya que se trata de una experiencia presente en cualquier tipo de actividad: la dirección e intensidad. La emoción motiva la conducta, la cual se realiza de forma más vigorosa, de forma que la ejecución eficaz de la conducta necesaria en cada exigencia. Por tanto, la emoción dirige la conducta ya que facilita el acercamiento o alejamiento en cuestión.

¿Cómo afectan las emociones biológicamente en el individuo?

  • Felicidad: Aumento en actividad en el hipotálamo, septum y núcleo amigdalino. Aumento en frecuencia cardiaca, si bien la reactividad cardiovascular es menor que en otras emociones, como ira y miedo. Incremento en frecuencia respiratoria.
  • Miedo: Aceleración de la frecuencia cardiada, incremento de la
    conductancia y de las fluctuaciones de la misma.
  • Ira: Elevada actividad neuronal y muscular. Reactividad cardiovascular intensa (elevación en los índices de frecuencia cardíaca, presión sistólica y diastólica).
  • Tristeza: Actividad neurológica elevada y sostenida. Ligero aumento en frecuencia cardíaca, presión sanguínea y resistencia eléctrica de la piel.
  • Sorpresa: Patrón fisiológico característico del reflejo de orientación:
    disminución de la frecuencia cardíaca, incremento momentáneo de la actividad neuronal.
  • Asco: Aumento en reactividad gastrointestinal. Tensión muscular

Para conocer en profundidad este tema, podemos leer el libro: Mariano Chóliz (2005): Psicología de la emoción: el proceso emocional.

¿Cómo afectan las emociones en la conducta?

Desde la terapia cognitiva de Ellis, se propone el modelo ABC, en el que A se refiere a los hechos activadores mientras que B al bloque de pensamientos, creencias o evaluaciones de los pacientes y finalmente C a las consecuencias emocionales o conductuales. Dependiendo de si tenemos una u otra emoción hará que tengamos una conducta final concreta.

Pongamos un ejemplo, se da la situación que veo a un amigo y no me ha saludado. De esta situación se deriva una emoción que puede ser positiva o negativa. Si es positiva, pensaremos que no nos ha visto y, por lo tanto no le daremos importancia con lo que cuando lo volvamos a ver nuestra conducta será igual que siempre. Sin embargo, si nuestro pensamiento es negativo y, por tanto, pensamos que es un mal amigo, la siguiente vez que lo veamos ya no querremos hablar con él.

Vemos entonces, que ante una misma situación, según el pensamiento y la emoción que estaba debajo, modificaremos la conducta en función de ella.